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Miércoles, 01 Julio 2015 18:00

Juegos de la XIX Olimpiada, México 1968

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Juegos de la XIX Olimpiada, México 1968

Mexico 1968Conrado Durántez, Presidente de la Academia Olímpica Española, realiza en esta serie de artículos un recorrido por las Olimpiadas de la Era Moderna desde la restauración del Movimiento Olímpico por Pierre de Coubertin en 1894 hasta nuestros días. En este capítulo viajamos hasta Ciudad de México quien se adjudicó la celebración de los Juegos de la XIX Olimpiada de la Era Moderna.

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México había concursado ya para convertirse en la sede de los Juegos de la XVII Olimpia­da. En esta ocasión se impuso a las ciudades de Detroit y Lyon, que también presentaron su candidatura, así como a Buenos Aires, la que redondeando toda una plusmarca de vo­cación olímpica, competía por cuarta vez para ser sede. En toda la historia del Olimpismo, el mundo hispánico no había organizado ja­más unos Juegos, y ello motivó quizá a los miembros del Comité Olímpico Internacio­nal en el momento de tomar su decisión. En otro sentido, México, después de 72 años, se­ría, junto con Atenas, el otro país no indus­trializado candidato a convertirse en anfitrión olímpico1.

Los recelos de los sectores anglosajones no tardaron en hacerse sentir, poniendo en duda la eficacia que pudiera demostrarse en la organi­zación del acontecimiento deportivo, así como la negativa influencia que la altura podría tener en el marco de las competiciones, habida cuen­ta que la capital azteca está ubicada a 2.420 metros de altitud. El problema técnico fue meticulosamente estudiado, llegándose a la con­clusión de que a partir de los 2.000 metros, la incidencia oxigénica del aire, sería beneficiosa para las pruebas de esfuerzos cortos (saltos y lanzamientos) y perjudicaría los de tensión continuada (carreras largas y encuentros de equipos).

Diversas pruebas preolímpicas se concerta­ron durante los dos años anteriores a los Juegos para que sirvieran como aclimatación y aseso­ramiento científico de los diferentes equipos. Al fin, los escollos organizativos y técnicos que se habían alegado contra México lograron ser superados. El primero, debido a la fuerza mo­nolítica que ejercía el partido en el poder, hoy en trance de recuperar su hegemonía, y el segun­do, al demostrarse la genérica bondad del me­dio que ulteriormente había de propiciar todo un récord olímpico de récords olímpicos al superarse 257 de esta clase y 17 mundiales, ba­tiéndose sólo en atletismo nueve plusmarcas de esta categoría.

Pero, actualmente el Olimpismo es la fuerza sociológica más poderosa de nuestro atribulado siglo y su manifestación festiva, los Juegos, constituye la mayor caja de resonancia o publicidad para cualquier tipo de facción o grupo ansioso de notoriedad2. De ahí, que contra la clara esencia de los ideales filosóficos del olimpismo, la concentración que genera la olimpiada intente, en la mayoría de las ocasiones, instrumentalizarse como tribuna propa­gandística de las más diversas ambiciones.

Medallas Mexico 1968

Medallas de los Juegos de la XIX Olimpiada - Mexico 1968

En este sentido, México fue el escenario de dos intentos que tuvieron lugar, respectiva­mente, fuera y dentro del Estadio, y que se re­primieron con trágica dureza uno y adecuado rigor el otro. El gasto considerable que suponía la organización fue criticado agriamente por grupos de oposición de izquierda, que agitarían a sectores estudiantiles y universitarios. Estos grupos censuraban la falsa imagen que se pre­tendía dar de un país con una ciudad prepoten­te en su grandioso acontecimiento universal, en contraposición a una realidad que presentaba un extenso territorio pobre, desasistido de la Administración y habitado por una población con unas condiciones de vida en su mayor par­te miserables.

Diez días antes del comienzo de las compe­ticiones deportivas, 10.000 contestatarios se manifiestan en la plaza del Zócalo mexicana, frente a la catedral y al Palacio Nacional. La balasera provocada por una unidad del Ejército, aplastó la protesta, causando un indeterminado número de muertos, próximo, según diversas estimaciones, a los 250, y cerca de 100 heridos.

Plaza del Zocalo

Plaza del Zocalo - México DC - 1968

Pero, esta vez dentro del Estadio, el Black Po­wer (poder negro americano) también utilizó el podio olímpico para dar mundial notoriedad a sus reivindicaciones. «Estamos cansados de ser utilizados como caballos de exhibición», diría Tom Smith, uno de sus protagonistas y que como estudiante de ciencias sociales, había par­ticipado en su país en diversos mítines reivindi­cativos sobre la injusta desigualdad racial. Cuando el 16 de octubre Smith y su compa­triota y hermano de raza John Carlos ocuparon el primer y tercer escario del podio olímpico, en la entrega de medallas de la final de 200 metros lisos, ambos se presentarán sin zapatillas, lu­ciendo unos calcetines negros y enguantadas sus manos derecha e izquierda (no debían de tener más que un par) con guantes también ne­gros3. Cuando la bandera americana es izada en el mástil y las notas del himno resuenan en el estadio, ambos atletas levantarán amenazan­tes sus puños enguantados mientras bajan la ca­beza para no mirar su insignia nacional. Al día siguiente, ambos atletas serán excluidos del equipo americano y obligados a abandonar la villa olímpica. Dos días más tarde James, Evans y Freeman, copadores de la final de 400 metros, levantarán de nuevo los puños enguantados en el podio al que acuden tocados con boinas tam­bién negras4.

Black Power

Black Power

El lamentable espectáculo que se decanta en el podio olímpico de México era la espectacular campanada propagandística que como punta de iceberg coronaba toda una ten­sa y soterrada campaña previa iniciada un año antes en los Estados Unidos. Las aparentes igualdades democráticas quebraban ante una discriminación social evidente, en donde los negros se sentían y eran marginados ante el co­lectivo de sus conciudadanos blancos. El gigan­te Harry Edwards, ex baloncestista de la Uni­versidad de San José de California y a la sazón profesor de sociología en la misma, atizaba y dirigía la campaña reivindicativa en la que ba­rajaba como incisivos triunfos de acción, la es­pectacular manifestación y actuación pública de los grandes campeones negros. El golpe de efecto, que a su juicio culminaría en la mundial concienciación social, sería la avizorada plata­forma cósmica del podio olímpico, lo que nece­sariamente habría de provocar interrogantes en todas las naciones del mundo sobre la efectiva realidad de la tan aireada por equitativa y ejem­plar democracia, del país más poderoso de la tierra. Su juicio valorativo, evidentemente, fue certero, como inigualable eficaz medio propa­gandístico a sus fines, pero la lógica de la justa procedencia del lugar elegido, quebraba lamen­tablemente ante tan burdo planteamiento. Era su nación de origen, en el polimorfo entramado de sus estados, ciudades, calles, plazas, universi­dades, estadios, clubes o escuelas, el procedente y adecuado foro en donde batallar contra la ar­bitraria e inhumana desigualdad establecida. Pero, ¿cómo hacerlo dentro del contexto festivo de la más importante concentración sociológica del mundo uno de cuyos postulados fundamen­tales es el más puro y democrático igualitarismo y su básica esencia la más profunda indiscrimi­nación en su sentido más lato? La escena del Black Power en México, pasará a la historia olímpica, como un anacronismo más dentro de la variopinta parasitología que, en desigual me­dida pero de forma reiterada y persistente, pre­tende la partidista instrumentalización de los Juegos.

Antorcha Mexico 1968Pero los Juegos de México fueron, pese a todo, una maravillosa demostración de arte, de ingenio, de colorido y hospitalario calor popu­lar. El fuego olímpico por primera vez tocará España en su ruta hacia América. El día 31 de agosto llegará a Barcelona en el barco italiano Palinuro y en carreras de relevos atravesará la Península, pasando por Madrid para llegar a Palos de Moguer el 11 de septiembre, hacien­do la última posta Cristóbal Colón de Carva­jal, último descendiente directo del Almirante del Mar Océano. Siguiendo evocadoras rutas marinas la llama llegará a Bahamas (la históri­ca Guanahaní) para continuar la ruta conti­nental de Hernán Cortés hasta Teotihuacán, la ciudad sagrada de los aztecas y ganar las pistas del Estadio en la histórica fecha del 12 de oc­tubre, portada en su último relevo y por prime­ra vez en la historia, por una mujer, la esbelta atleta mexicana Enriqueta Basilio, especialista en vallas, que será la que alumbrará el gran pe­betero del Estadio5.

En otro sentido, una vez más, las fechorías imperialistas de la URSS habían alterado el panorama político. La invasión que dos meses antes de la celebración de los Juegos habían protagonizado los carros de combate soviéticos en Checoslovaquia, motiva la entusiástica y cálida acogida por parte del público al equipo checo en el desfile inaugural. A su vez la checa Vera Caslavska se impondrá después en las pruebas de gimnasia, consiguiendo cuatro me­dallas de oro y dos de plata. Ella se convirtió en la auténtica reina femenina de los Juegos Olímpicos de México, eclipsando con su pro­digiosa actuación a todas las demás contrin­cantes.

Pebetero Mexico 1968

Pebetero Mexico 1968

Bob Beamon y Dick Fosbury serán las estrellas de México. El elástico negro americano que tenía acreditado un registro personal de 8.33 en salto de longitud, se plantó en 8.90 en un intento prodigioso y espectacular en el que elevándose en su parábola más de dos metros, consiguió un registro del año dos mil, al pulverizar el récord del mundo en poder de Ralph Boston en 53 centímetros más.

Bob Beamon

Bob Beamon (USA)

La conmoción deportiva y científica fue total, y los más minuciosos trabajos se centraron sobre hazaña tan inconcebible. Veintitrés años habrán de pasar para que otro americano, Mike Powel, en prodigioso salto superase en cinco centímetros la excepcional hazaña deportiva. El Profesor Ernest Jokl del CIEPS de la Unesco, realizó una investigación sobre el tema con la que dio la vuelta al mundo6. Al mismo tiempo un rubio estudiante de Oregón, Dick Fosbury, arrinconó para siempre con su nuevo estilo de salto de altura a todas las técnicas precedentes. Su mejor registro en México de 2.24 metros, fue menos convincente que su estilo, que se generalizó a partir de entonces. El “fosbury” como se llamará, es un meditado sistema que cumpliendo con los condicionantes técnicos de la federación se encaminó hacia el récord, con olvido de la mecánica lógica de la prueba, que de no ser por la sofisticada amortiguación de la caída, sería impracticable en su nueva versión.

Dick Fosbury

Dick Fosbury (USA)

El talante genéticamente creativo y artístico del pueblo mexicano propició una memorable Olimpiada Cultural, con un variado calendario de veinte concursos en los que tomaron parte famosos escultores, pintores, músicos, poetas y artistas venidos de los cinco continentes, atraídos por una pensada y acertada organización, que propició su compromiso participativo y a la par ofreció al país un inigualable marco de relumbrón cultural durante más de un año. El ar­quitecto Pedro Ramírez Vázquez, Presidente del Comité de Organización, supo dar a todas las manifestaciones culturales el personalísimo y vigoroso matiz del estilo mexicano. Instalaciones deportivas de avanzado diseño y decoración genialmente artística fueron construidas para la ocasión y el tartán como revolucionario material de las pistas de competición fue utilizado por primera vez. También por primera vez se arbi­traron los controles de dopaje y de sexo, lo que apartó de las pistas por este motivo, a conocidas figuras soviéticas como las hermanas Irina y Tamara Press, femeninamente poco agraciadas y que en anteriores ediciones de los Juegos habían conseguido cinco medallas de oro7.

En los Juegos de México fue donde por pri­mera vez se incorporaron a los Estadios las novedades tecnológicas que, junto a las nuevas técnicas atléticas y a la altitud a la que se encontraba la ciudad, iban a propiciar la consecu­ción de marcas con las que en ese momento ni siquiera se podía soñar.

Aunque, por otra parte, también es impor­tante reseñar que el factor altitud, que tanto favoreció a los deportistas en las carreras cortas y en los concursos, unido a un calor y bochorno sofocantes imperantes durante aquellos días en México, surtió el efecto contrario en todas las pruebas de fondo y resistencia. Los agotamien­tos y desvanecimientos de los atletas estuvieron a la orden del día, y los resultados se obtuvie­ron en función, en muchas ocasiones, del ori­gen geográfico de los concursantes. Aquellos acostumbrados a climas tórridos consiguieron mejores marcas que los que provenían de países con climas más benignos.

Manuel Santana

Manuel Santana (ESP)

El tartán, un nuevo material sintético con el que se construyó la pista de atletismo, supuso la primera ocasión en la que los atletas, además del esfuerzo en la competición, no tenían que luchar contra el deterioro de la pista debido a factores climatológicos. Al mismo tiempo, este nuevo material aumentaba sensiblemente el rendimiento técnico, fundamentalmente en saltos y carreras de velocidad.

También en estos Juegos se hizo todo un alarde tecnológico en lo referente a luminotec­nia, marcadores electrónicos de campo y mate­rial de control y señalización. Entre estos últi­mos se incluían todo un despliegue de anemómetros que fueron repartidos por toda la pista, aunque no siempre funcionaron. El caso más flagrante parece se produjo en el salto de Beamon, donde los testigos afirman que sopla­ba un auténtico huracán a favor y, sin embargo, los jueces de la prueba, sólo registraron dos metros por segundo, velocidad límite permiti­da para homologar cualquier récord en salto de longitud.

El tenaz y hercúleo atleta Alfred Oerter con­quistará con récord su cuarta medalla de oro olímpica en lanzamiento de disco y la Alema­nia del Este desfilará por primera vez bajo este rótulo, que cambiará en la próxima edición por República Democrática Alemana.

Durante el período olímpico (olimpiada) que los Juegos de México inician, se ha de producir una acelerada evolución del deporte de alta competición hacia un profesionalismo eviden­te, generado mayoritariamente por importan­tes firmas comerciales que retribuyen generosamente a las grandes figuras campeoniles las que, a través de su conocida efigie premiada con la gloria deportiva, aceptan el anuncio de productos comerciales, acordes así con el sistema de una sociedad de consumo de parámetros éticos amorales. El COI intenta frenar el abu­so e impedir la inexorable mutación del depor­te de alto nivel por ser la base operativa del olimpismo. La modificación de la regla 26 de la Carta Olímpica fija y concreta los límites de dedicación del deportista, intentando con ello que su quehacer competitivo sea sólo una ilu­sionante parte de su vida pero no «su vida»8. Próximo ya a iniciarse el nuevo período olím­pico que marcarían en 1972 los Juegos de Sap­poro y Munich, el Presidente Brundage en su infatigable misión de apóstol del deporte no profesionalizado, envía reiterativamente cartas circulares a Comités Olímpicos Nacionales y miembros del Comité Olímpico Internacional, recordando normas, denunciando realidades y plasmando advertencias9.

X Juegos de Invierno Grenoble 1968

Los X Juegos Olímpicos de Invierno se desa­rrollaron en la localidad francesa de Grenoble entre los días 6 a 18 de febrero del año olímpi­co siendo presidida la ceremonia inaugural por el General Charles de Gaulle. La pareja rusa compuesta por Belousova y Protopopov vuelve a ganar la medalla de oro en patinaje artístico y el esquiador francés Jean Claude Killy se convierte en héroe nacional al conseguir la medalla de oro en las tres especialidades de esquí alpino.

Fuente: DURÁNTEZ, Conrado: Las Olimpiadas Modernas, Madrid. 2004, pág. 31 y ss.
Conrado Durantez UABCONRADO DURÁNTEZ
Es Presidente de Honor del Comité Internacional Pierre de Coubertin, Presidente fundador del Comité Español Pierre de Coubertin, Presidente fundador de la Asociación Panibérica de Academias Olímpicas y también Presidente fundador de la Academia Olímpica Española y Miembro de la Comisión de Cultura del Comité Olímpico Internacional hasta 2015. Ha intervenido en la constitución de más de una veintena de Academias Olímpicas en Europa, América y África. Su vocación por el Olimpismo ha sido proyectada en constantes y numerosas intervenciones en congresos mundiales, conferencias y simposios diversos, así como en la publicación de numerosos artículos en periódicos y revistas especializadas nacionales y extranjeras dedicados al examen y estudio del fenómeno olímpico.
Fuente vídeo: http://www.youtube.com

CITAS:

1 FLEURIDAS, C y THOMAS R.: Les Jeux Olympiques, pág. 70.

2 DURÁNTEZ, Conrado: La Academia Olímpica Internacional como órgano di­fusor de la filosofía olímpica, Academia Olímpica Española, XXII Sesión.

3 DURÁNTEZ, Conrado: “Juegos Olímpicos. La larga marcha“, El País, junio 1988.

MANDELL, R.: Historia cultural del deporte, pág. 263.

GRAUPERA, M. Hortensia: Olimpismo y política, págs. 225-228.

4 DURÁNTEZ, Conrado: El Olimpismo y sus juegos, pág. 68.

5 DURÁNTEZ, Conrado, Olimpia, págs. 394 y 404-408.

 DURÁNTEZ, Conrado, La Antorcha Olímpica, págs. 96 a 129.

6 JOKL, Erns: "Le prodigieux saut de Bob Beamon », Revista Olímpica, 1970.

7 CHANDLER, William: Historia de los Juegos Olímpicos, pág. 60.

BERLIOUX, Monique: «Femineidad», Revista Olímpica, 1968, n° 3, pág. 1.

Comisión Médica del C.I.0., «Pruebas para determinar el sexo», Revista Olímpica, 1968, n.° 5, pág. 22.

8 BRUNDAGE, Avery: «A los Comités Olímpicos Nacionales», Revista Olímpi­ca, 1971, pág. 578.

9 Revista Olímpica, 1972, págs. 11-14.

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